Por Patricia Mackenney
Para comprender la dinámica económica, muchas veces, es necesario conocer de casos de estudios que nos pueden orientar sobre medidas en nuestra realidad inmediata, en donde nuestra región presenta problemas de comunicación, aislamiento y acceso a diferentes servicios que nos hacen repensar en cómo enfrentar los desafíos pendientes.
Galopante crecimiento económico, desempleo a la baja, exportaciones crecientes y superávit presupuestario, parece ser imposible encontrar en zonas aisladas, pero ésta es la realidad de Estonia luego de 7 años de estar al borde del colapso económico. Pero ¿cómo es que un ex país soviético de 1.3 millones de habitantes, más pequeño que la región de Magallanes, logra vencer a la adversidad que se vive en el resto de la Unión Europea?, el investigador Javier Vergara, chileno radicado en ese pequeño país, señala que no son más que la evidencia empírica de las virtudes de una economía libre y de un Gobierno comprometido con la austeridad.
Dominada por Dinamarca, Alemania, Polonia, Suecia, la Rusia zarista y la Unión Soviética por casi 800 años, Estonia ha sido durante casi toda su historia un país estancado económicamente. Luego de la disolución de la Unión Soviética a principios de los años 90, Estonia logra reclamar su independencia; es durante esta acalorada coyuntura internacional que los estonios, desesperados por un nuevo liderazgo, eligen al primer ministro más joven en la historia de Europa, Mart Laar, de 32 años.
Mart Laar, oriundo de Viljandi e historiador de la Universidad de Tartu, no tenía idea sobre economía. El único libro que había leído sobre el tema era “Libre para Elegir” de Milton y Rose Friedman, por lo que al verse enfrentado a las desastrosas condiciones económicas de principios de 1992 (con 1000% de inflación, escasez de productos básicos y 35% de desempleo), decidió aplicar gran parte de las ideas de dicho libro. ¿El resultado después de 27 años? Un presupuesto fiscal equilibrado, una deuda pública casi inexistente, un confiable régimen de libre comercio, un sector bancario y comercial competitivos, un ambiente amable para inversiones extranjeras, cero impuesto sobre las utilidades de sociedades que sean reinvertidas en Estonia y un impuesto sobre la renta de tasa fija.
El hecho de haber establecido cero impuestos sobre utilidades sociales que se invirtieran en el país ha hecho que el pequeño tigre del Báltico se convierta en un imán para las inversiones extranjeras. Estonia es actualmente reconocido como el país más competitivo de los nuevos miembros de la Unión Europea.
No obstante, uno de los puntos clave y más controversiales de la política económica estoniana ha sido el impuesto a la renta de tasa fija, con el cual Estonia debutó como el primer país del mundo en instalar este sistema tributario. La mayor parte de los países ha adoptado un impuesto de tasa progresiva, lo que significa que la tasa tributaria aumenta a medida que aumentan los ingresos de los contribuyentes. Por su parte, un impuesto a la renta de tasa fija es un sistema que aplica la misma tasa para cualquier monto de ingresos.
El acceso de servicios gubernamentales lo ha solucionado a través de una digitalización y acceso de conexión a redes, hoy los ciudadanos de Estonia pueden superar el aislamiento con servicios y trámites gubernamentales seguros a través de internet, solucionando una serie de problemáticas con instituciones eficientes en cualquier lugar del territorio.
Un caso de estudio interesante que nos puede entregar luces de cómo solucionar diversas problemáticas en nuestra geografía.