Por Antonio Yakcich Furche
Presidente Instituto O’Higginiano de Rancagua
En época de cambios, donde se evidencia un futuro que sin duda será diferente al presente que nos toca vivir, resulta de total importancia asumir, que independiente de los cambios que efectivamente se lleven a cabo, hay aspectos que permanecerán latentes, por cuanto son parte de una continuidad que por más de dos siglos, se ha mantenido inalterable.
Uno de ellos, por cierto inmutable, importante y permanente, es el deseo compartido por todo chileno, de lograr un país que sea, como metafóricamente se señala en nuestro Himno Patrio, la copia feliz del Edén.
Ese objetivo ha sido la preocupación de todo aquel que ama a Chile, desde los que lograron hacer realidad el sueño fundacional de la independencia, hasta nuestros días.
Concretarlo implica concatenar una infinidad de factores, de diversa índole e importancia, dentro de los cuales hay algunos que destacan, por cuanto son la base sobre la cual construir dicho Edén.
El primero y más obvio es la unidad nacional, a lo menos en aspectos trascendentes que permitan la construcción de dicho futuro, sin la interferencia que da la recriminación constante y la negación reiterada.
El segundo es el amor a la Patria, musa que inspira a quienes creemos en Chile y su gente.