Por Antonio Yakcich Furche
Presidente del Instituto O’Higginiano de Rancagua
No hay duda que Bernardo O’Higgins conoció Magallanes, durante su regreso a Chile desde Europa, junto a su primo Thomas O’Higgins Welch, con quien zarpó desde Cádizel 14 de abril de 1802 en la fragata española Aurora.
Cuando su buque dobló el extremo sur de América para enfilar por el Estrecho de Magallanes próximo a Tierra del Fuego, enfrentó una gran tempestad que desató toda su furia contenida sobre la Aurora.
El buque, que al parecer tenía grandes condiciones marineras, logró sobrevivir a la tempestad, pero con serias averías en su velamen, entre ellas, la desaparición de su palo mayor, lo que le impedía continuar viaje mientras no fuera reparado.
La obligada permanencia en la zona implicó 57 días de tranquilidad en las riberas del estrecho, tiempo más que suficiente para conocer sus características físicas y su clima.
Es por tanto evidente que cuando Bernardo, ya convertido en Director Supremo, o luego ya anciano en su ostracismo, estructuró una detallada planificación relacionada con la navegación a vapor por la zona y su colonización, sabía de qué estaba hablando.
No hay duda entonces, que Bernardo sí conoció la Patagonia y entendió producto de ello, pasados los años, la inmensa importancia que tenía.