Por Antonio Yakcich Furche
Presidente del Instituto O’Higginiano de Rancagua
Señor Director:
Cada vez que se habla de nuevos impuestos, el aumento de algunos o la eliminación de otros, encontramos, como es lógico, las más diversas opiniones.
El tema obviamente no es menor, los países necesitan entre otros ingresos, de la contribución económica de sus habitantes a través de impuestos, para poder avanzar en el camino del progreso o de la solución de las necesidades más urgentes para parte de su población.
O’Higgins cuando ejerció la primera magistratura de la nación, tenía como es lógico clara conciencia de la necesidad de imponer impuestos a los habitantes del nuevo país, dadas las múltiples necesidades que se presentaban.
Entre ellas, estaba la continuación del conflicto armado contra España en nuestro territorio nacional, la necesidad de organizar una expedición libertadora al Perú, como asimismo, la implementación de las más diversas medidas fundacionales requeridas por la nueva República.
Pese a ello, decidió no asignarle impuesto alguno a los libros, más aún, el Estado contribuía a su distribución en el territorio nacional apoyando su traslado, ya que estaba convencido que el proceso libertario y su consolidación, requería que todos los habitantes de Chile tuvieran acceso sin distinción a la cultura.
Su visión no siempre ha sido compartida con las generaciones que lo sucedieron.